En 1810, los vientos revolucionarios se empezaron a extender por todas las colonias españolas en América. En la Nueva Granada hubo levantamientos y proclamas en Cartagena, Mompós, Santafé y de estas se fue irradiando a otras ciudades del virreinato como Santa Marta, en donde el 10 de agosto de 1810 se instaló una Junta de Gobierno. La Junta de Santa Marta era de clara tendencia realista, por lo que rivalizaba con los republicanos de Cartagena. El 6 de enero de 1813 entró triunfante a Santa Marta el coronel francés Pierre Labatut, al servicio del gobierno de Cartagena.
El pillaje y las humillaciones a que sometió Labatut a la ciudad de Santa Marta y sus habitantes, fue un ingrediente más para que esta comarca se declarara partidaria del Rey de España y rechazara las ideas republicanas que encarnaba el coronel francés y su tropa. Los indios de Mamatoco, Bonda y algunos samarios, encabezados por el cacique Antonio Núñez, expulsaron a las tropas de Labatut, quienes creyeron que los samarios contaban con el apoyo de los aguerridos indigenas wayúu de la Guajira. Dos años después de la expulsión de Labatut, llegó a Santa Marta El Pacificador Pablo Morillo con sus soldados españoles para preparar el sitio de Cartagena y la reconquista de la Nueva Granada. Morillo condecoró al octogenario cacique de Mamatoco, por los servicios prestados a la Corona. Sobre este punto vale la pena resaltar que en Santa Marta es muy poco lo que se conoce sobre los caciques Cuchacique de Jeriboca y Antonio Núñez de Mamatoco, el primero símbolo de la resistencia tairona y el segundo aliado de la monarquía. Estos personajes no hacen parte de la memoria colectiva de los samarios, por lo que sería necesario estudiarlos en profundidad para conocer mejor nuestra historia.
La lucha por la independencia continuaba. Los hombres al mando de los coroneles Carreño, Padilla y Maza derrotaron a los realistas en la batalla de la Ciénaga Grande. Luego, Carreño con su tropa libertadora entraron a Santa Marta el 11 de noviembre de 1820, después de una sangrienta campaña que dejó en el campo de batalla cerca de 700 muertos, 400 heridos y más de 600 prisioneros, en su gran mayoría indígenas cienagueros reclutados por el ejército español.
Fuente
Banco de la República y Revista Credencial