La guerra por el agua

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La apocalíptica visión de los humanos sedientos hace rato apunta directo cual espada de Damocles sobre nuestras cabezas y el mensaje se da en las cumbres sobre el ambiente, en cuanto foro imaginemos pero siempre que esté disponible impecablemente envasada en una botella -o en nuestro caso en bolsitas- sin cuestionarnos mucho de dónde proviene y las condiciones de su tratamiento, si hay monopolios sobre su obtención, o si las entidades encargadas de la vigilancia de la salud de las cuencas realmente cumplen su papel, etc.

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El fin de semana personas encapuchadas cortaron las llantas de un vehículo de la Compañía, cuando se encontraba en Minca. * El taponamiento del río Minca para abastecer las fincas y los estaderos de Tigrera y Masinga afecta el suministro en Gaira, El Rodadero y la Zona Turística del Distrito de Santa Marta.

En nuestro entorno Minca es la idea del agua fresca de montaña y más arriba en La Sierra las autoridades indígenas -mas de carácter moral que práctico en la regulación del ambiente con sus prácticas ancestrales- existe un discurso que es solo eso: Palabras cuyo significado no se ha interiorizado mientras tengamos la botella en el morral como símbolo de un «nivel existencial- mezclado con la idea del deportista, cuerpo saludable, etc, etc.

El conflicto en Minca tiene ribetes que ya corresponden a instancias judiciales pero refleja en el fondo la idea básica sobre la circulación del líquido por nuestro territorio. En las veredas existe el concepto del administrador de agua -alcalde del agua le llamaban antes- quien abre y cierra compuertas para garantizar la distribución equitativa para sus beneficiarios.

Hay fincas cafeteras y frutales, hay un Comité departamental de cafeteros y existe una gran presión de visitantes establecidos ya como flujo permanente de extranjeros exploradores en bicicleta, cuatrimotos, senderistas, observadores de aves, etc.

hay una pésima vía de acceso y una cantidad de hostales a la orilla del río y quebradas; hay cantidad de turistas acomodados en sillas plásticas dentro de los rios, se ve basura plástica y botellas arrojadas sin compasión.

Está la idea de que una vía expedita traería una visita arrolladora y demoledora del ecosistema, pero lo evidente es la incapacidad de regulación del estado sobre el uso del suelo y no hay coherencia de estudios, si los hay, porque debería haberlos y si alguien los tiene no los ha mostrado.

El caso es que el paraiso dejó de serlo antes de haberlo apropiado con el cariño necesario con el que se deben emprender proyectos ambientales centrados primero en los habitantes y su manejo ancestral.

Escenario tradicional de violencia en hechos recientes por control del territorio, conflictos no resueltos y refugio de especies endémicas, gran cantidad de aves y pensadores de la modernidad que huyen del mundo en las ciudades.

¿Un conflicto que le queda grande a las autoridades del orden local, regional y en lo nacional con las prioridades macro o tan difusas y alejadas de las soluciones puntuales según reciente rendición de cuentas del Minambiente?

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Agenda Samaria

Realizador radial, inmerso en la cultura digital y apasionado fotógrafo. Entrevistas y contexto en Agenda Samaria; lo que en ellas se trata refleja particular interés en el desenvolvimiento de las actividades culturales en la ciudad y en la región caribe. Bienvenido!
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4 thoughts on “La guerra por el agua

  1. Cabe una simple pregunta: ¿por qué los santandereanos sí pudieron en el Cañón de Chicamocha mientras que los samarios se han empantanado con Minca, igual que en otros sitios?

  2. Desenredar el pasado es necesario para afrontar creativamente el futuro; se llama remendar y en nuestro caso es ver el pasado, el emporio ambiental que no apropiamos con seriedad.

  3. La explicación es sencilla, nosotros como los niños ricos, lo tuvimos todo. La naturaleza nos malcrió dándonos todo. Nunca sentimos necesidades serias y nos acostumbramos a la vida fácil. Ahora la vida ha cogido a estas generaciones con los pantalones abajo.De malas.

  4. Porque a pesar de reivindicar con gran orgullo que somos un destino turístico ecológico (la magia de tenerlo todo), no existe la capacidad institucional distrital y/o regional, ni la voluntad política suficiente, para formular e implementar una política pública y generar sinergias con el sector privado, que permitan garantizar el desarrollo y el turismo sostenible. Estamos esperando que el gobierno nacional venga a resolver el problema o que sean los foráneos los que tomen la iniciativa y organicen todo. Despues nos quejamos del centralismo y la falta de gobernabilidad.

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