El montaje en tablas de “Venga y le cuento” del actor colombiano Luis Eduardo Arango, muestra un fino humor que produce carcajadas, porque la sonrisa está en el interior de cada espectador.
Comienza con su infidencia: “Un escenario como este -el Teatro Cajamag asusta”- y confesaba de esta manera ese momento cuando el actor se enfrenta al escenario lleno de público; tal vez sea esa la razón de las luces apagadas al comienzo con el público poco visible para el actor. Cuando este arranca, poco a poco el escenario se va iluminando y en los palcos se distinguen los espectadores, forman una unidad con el protagonista. En adelante comienza la química con los espectadores; las carcajadas impactaron a Luis Eduardo Arango, el veterano actor que vino a Santa Marta, son clara señal de comunión y de complicidad con sus ocurrencias: Se experimenta unión y clímax de energía que caracteriza un buen espectáculo actoral.
@agendasamaria © Fotografía
Casi cuatro décadas en los escenarios han encontrado con ese montaje – y con la energía del público samario- un nuevo sentido para Luis Eduardo y para vida de la escena.
No es gratuito que todos los que se han presentado en el Teatro Pepe Vives Campo han sentido ese temor “ante el respetable” y es por sus condiciones técnicas propicias para que en él se viva a fondo el espíritu de la obra o montaje que allí se realice; el diseño del espacio logró su cometido.
A Luis Eduardo hay que escucharlo, como lo han escuchado sus colegas del mundo actoral en veladas privadas y espontáneas, ello se convirtió en otra de sus creaciones. Es una pieza actoral que representa la actual nacionalidad colombiana y reconocida de una como nuestra, así somos y esa identidad se proyecta en la obra “Venga y le cuento” excelente embajadora de nuestra cultura aquí y en el escenario que se ponga.
Los colombianos sabemos reír y eso libera tensiones, hay un calculado pero importante impacto visual con breves proyecciones y la danza de su compañera, Leidy Torres, sicóloga y actriz que pone la escena plástica, el color con ritmo que la obra requiere para trascender el monólogo y son los momentos para el juego de la luz y la música que es parte importante articulador de la unidad de la misma, es también el momento de los ingenieros de luminotecnia que en el Teatro Pepe Vives Campo despliegan sus recursos.
Lo otro es el amor, porque Luis Eduardo está en el escenario con su nuevo amor, una psicóloga, quien se goza el escenario a su lado y es la estética del montaje. Él como buen paisa, luce sus dotes de cantante interpretando un tango.
Para nada se oculta la vida bohemia del actor que ha sido el borrador de donde extrae sus caracterizaciones que lo proyectan como una de las figuras más populares de la actuación, al que siempre reconocemos a pesar de que sus personajes tienen una fuerza descomunal pero no logran borrar la esencia humana del protagonista
Narra su vida, la pone en el escenario con un fino humor, muy fino porque ha sabido seleccionar cada uno de los episodios narrados para que describan exactamente cómo ve él ese actuar colombiano, ese que motiva las carcajadas, sobre todo femeninas, que nos dejan saber que tan saludable está nuestro ánimo: Nos gusta el humor directo y sin tapujos y esa es la fortaleza llevada a escena por Luis Eduardo, quien según sus palabras dijo que nunca olvidaría esta presentación ni al público samario.