Boletín 039 martes 10 de octubre de 2017
Museo Bolivariano lamenta el fallecimiento del artista Fernando De Szyszlo y su esposa en accidente casero. Fue uno de sus fundadores en 1986.
El artista peruano estuvo reunido con la Licenciada Zarita Abelló de Bonilla en la versión 2017 del Hay Festival en Cartagena. Su obra ‘De la serie Anabase’, integra la Colección Permanente del Museo samario.
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“Un artista sensible, cercano, de una lucidez impresionante y un comprometido con las artes plásticas de Latinoamérica”, así lo describió la Licenciada Zarita Abelló de Bonilla al lamentar el fallecimiento del artista peruano Fernando De Szyszlo, quien dejó de existir el pasado lunes 9 de octubre.
Destacó la artista samaria y directora de la Fundación Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo-Quinta de San Pedro Alejandrino, que en enero de este año tuvo la oportunidad de compartir con el artista, durante su participación a la versión 2017 del Hay Festival Cartagena.
“Fue un momento gratificante, donde tuvimos la oportunidad de escucharlo en el Centro de Formación de la Cooperación Española, acompañado del escritor Juan Jesús Armas Marcelo. Los que tuvimos ese privilegio de estar allí en Cartagena no solo escuchamos al artista visual más reconocido e influyente que ha dado Perú, sino a un valioso ser humano”. Con relación a su obra y la cercanía con el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo dijo que fue uno de sus fundadores en 1986. “En nuestra colección permanente contamos con una de sus obras ‘De la serie Anabase’, la cual fue donada al momento de fundar nuestro Museo”.
El mundo artístico lamenta su muerte
Consiguió vivir de espaldas a la vejez. La muerte solo lo pudo atrapar a traición en un peldaño, en el corazón de su casa, de la mano de la mujer que amaba, que también se fue con él, en Lima, este lunes 9 de octubre. El limeño Fernando de Szyszlo tenía 92 años.
Al morir este lunes y pintaba diariamente desde los 19, seguía teniendo al menos dos exposiciones de obra nueva cada año —en 1989 llegó a hacer doce muestras en diferentes países— , conducía —una temeridad— su potente automóvil con la insistencia y soltura de un adolescente, saltaba de indignación ante lo que considerara atropellos de la política y escribía a menudo encendidos artículos periodísticos, se movía con el impulso de un cuerpo que no reconoce enemigos en el tiempo ni en la salud, tenía una memoria prodigiosa Sus estudios como artista los inicio en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Católica de Lima. A sus 24 años un viaje a Europa le permitió estudiar las obras de los grandes maestros, en particular de Rembrandt, Tiziano y Tintoretto, para dirigir su interés hacia el cubismo, surrealismo, informalismo y abstraccionismo. Durante su estancia en Paris conoció a Octavio Paz y André Breton.
A través de un lenguaje moderno, Fernando de Szyszlo revela su sentir latino-americano lleno de rituales, mitos, recreando la geografía de mares y desiertos se asocian a menudo con los emplazamientos sagrados de las culturas Precolombinas. Además de la influencia de su origen, la pintura de este peruano se ha nutrido de la ciencia y la filosofía, disciplinas que cobran fuerza a través del color, las texturas y la luz; convirtiéndolo así, en una figura clave en el arte abstracto de la Latino América de la década de mediados de los 50osa. Así se fue, entero.
Fernando de Szyszlo fue considerado uno de los artistas latinoamericanos más importantes del siglo XX. Amigo de intelectuales de renombre desde la adolescencia, fue cómplice de primer orden en la llegada de la modernidad a su país, a través de la arquitectura y las artes. Entre sus amigos se destacan intelectuales y artistas latinoamericanos como Carlos Fuentes y Julio Cortázar, Wifredo Lam y Roberto Matta. Conocen a André Breton, Hans Hartung y Varela hace amistad con Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. Fue gran amigo de Mario Vargas Llosa, junto a él formó parte del movimiento político Libertad, que lanzará al escritor a la candidatura a la presidencia del Perú en 1990.
“Soy pintor. Esas dos simples palabras han dado sentido a mi existencia”, es como inicia el testimonio de su intensa existencia en su libro de memorias, La vida sin dueño (Alfaguara, Perú, 2016; Taurus, España, 2017). Para Szyszlo cada cuadro era a la vez una ilusión y un fracaso, una carrera en pos de la obra de arte perfecta, siempre inalcanzable. Con Szyszlo se va una fuerza, un inconformista, un artista íntegro.
Actualmente sus obras se encuentran en colecciones como la del Museo de Arte Moderno de España; el Museo de las Américas en Washington D.C.; el Museo de Arte Moderno de México; The Guggenheim Museum en Nueva York; Museo de Bellas Artes de Caracas; Museo de Arte de Lima; Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro; The National Museum of Contemporary Arte en Seúl; en la Universidad de Essex, entre muchos otros.
Entre lo antiguo y lo moderno
«Con él muere una época de grandes intelectuales y artistas peruanos que reunían integridad, mucha cultura y compromiso con establecer puentes entre el mundo y las raíces culturales peruanas», comentó a el periódico EL PAÍS Flavio Pantigoso, un destacado publicista peruano cuyas campañas se distinguen por incluir referentes de la identidad y las artes de su país, principalmente de la música y la literatura. «Se va no solo uno de los más grandes pintores de América, que supo establecer un pacto extraordinario entre lo antiguo y lo moderno y que tendió puentes entre la abstracción europea y el arte prehispánico, sino un intelectual comprometido con su tiempo; una conciencia ética y estética que nos iluminaba con su profesión de libertad y con su lealtad al amor, a la verdad y a una vocación que supo mantener viva hasta el final, en la búsqueda nunca resuelta del cuadro perfecto», agregó Pantigoso.