A los 43 años del fallecimiento en Nueva York del escritor barranquillero Álvaro Cepeda Samudio. El rastro de su huella nos lleva a la narrativa periodística y documental. Foto cortesía de Quike Moreno-Universidad del Magdalena-
Marta Bellometti
Marta Bellometi, traductora de la publicación del colombiano Fabio Rodriguez Amaya y realizada por la Unesco. El interés de la academia internacional y especialmente norteamericana por la influencia de Cepeda Samudio y su narrativa innovadora en este 2015 se examina con otra óptica- como lo expresó Tita de Cepeda al presentar La Langosta Azul en la Biblioteca del Banco en Santa Marta.
“En agosto de 1949 viajó a Nueva York, donde ingresó a la Universidad de Columbia para estudiar Periodismo y Literatura. Al igual que en el bachillerato, fue un estudiante destacado, pero poco asiduo a los salones de clase. Frecuentaba con Scopell los bares de Harlem y gastaban el dinero de sus becas en licor, comida y libros. También tomó cursos libres de imprenta, producción y diseño de revistas, ficción moderna y drama.”
El primer ensayo crítico de su obra es un libro que está en el sistema de publicaciones disponibles para consulta del Banco de la República y cuya entrega oficial se realizó en Santa Marta –como lo registramos acá-.
Por: Daniel Ferreira
En la primera semblanza que leí de Cepeda Samudio (La llama y el hielo, Apuleyo Mendoza, 1984), el periodista asegura que la base del fracaso como escritor (para el caso Cepeda) fue el hecho de haber vendido la fuerza de trabajo, su independencia de pensamiento y sobre todo su tiempo al emporio cervecero del industrial Julio Mario Santo Domingo. Si nos atenemos a las cuentas dadas por Claudine Bancelin en la primera biografía que se ha escrito de Cepeda, fueron catorce años (1958-1972) los que entregó el escritor a la publicidad de la agencia Águila y a la dirección del periódico del industrial llamado Diario del Caribe. ( + )